Con el rápido deterioro en la membresía y en la asistencia de la iglesia, y con la percepción pública del cristianismo y de su influencia en una aparente caída libre, muchos se encuentran cuestionando qué fue lo que salió mal. Evangelismo: Lo bueno, lo malo, lo abominable’ nos ofrece una breve mirada a los orígenes del consumismo en América y al impacto que una cultura basada en el entretenimiento tiene en la manera en que la iglesia aborda su propósito central: la predicación de las «buenas nuevas» del evangelio a todo el mundo.
¿Está la iglesia meramente necesitada de una campaña de mercadeo más efectiva para competir de mejor manera por la «mercadería» que representan las almas de los hombres (2 Pedro 2:3)? ¿O se requerirá una vertiente completamente diferente –una que coloque el evangelismo dentro de un contexto más amplio– para poder cumplir plenamente con la gran comisión de Jesús?
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